martes, 19 de marzo de 2013

TOUNDRA (III)

Tarde, sí; muy tarde, también. Ya es suficiente con casi un año sin publicar nada ni sentarme frente a  esta pantalla a disfrutar de uno de los grandes placeres que un día me ofrecieron como es el de reseñar bandas. Con más motivo, he decidido romper este silencio causado por la falta de tiempo con una banda que, aunque ya publicaron allá por agosto su nuevo trabajo, merece todo el reconocimiento. Era algo que había que hacer a la voz de YA.
El trabajo en cuestión lleva como título III y la banda, Toundra. Mucho se podría decir o se ha dicho ya con eso de que si no fueran españoles otro gallo cantaría, pero matices aparte, estos madrileños se han ganado el status de GRANDES y a pulso. Su trayectoria es impecable y esta nueva publicación es la culminación de un duro trabajo precedido por dos magníficas publicaciones anteriores. El camino estaba realmente marcado, y si nos ponemos a rememorar,  aquellas pioneras Jauría o Medusa eran canciones de bellísima factura que gritaban y empujaban en silencio las puertas abiertas para la publicación de un segundo que, a mi juicio, ya les hacía merecedores del no tener nada que demostrar porque solo escuchar cortes como Bizancio, Magreb o Zanzíbar te hacía creerte que la excelencia instrumental es posible.
Con este III (ya desde hace muchos meses en mi lista de favoritos y mareado de dar vueltas en mi reproductor) han demostrado saber dar un paso más allá decididamente al frente y apostar por un plástico aún de más calidad, más rico en matices y arreglos de cuerda, lo cual llena perfectamente y embellece toda la pasión y empeño de los madrileños por ofrecer un disco coherente y ausente de peros. Puedo pecar de muy fan cuando se lea esto pero tal y como se suele escuchar, lo que es, es o traducido, al Cesar lo que es del Cesar.
Esta tercera entrega, bajo mi juicio es la agrupación de lo aprendido en el proceso de los dos álbumes anteriores, la inocencia y la búsqueda de algo nuevo como ocurre en el primero; y la electricidad y tensión de II. III es homogéneo, dinámico, melancólico y directo aunque añadiendo más dosis de oscurantismo.
Ya desde el primer corte, Ara Caeli se nota las ganas de Toundra; comienza inquietante y te hace pensar por dónde va a romper el tema y la épica revienta a golpe de baquetazo que sin dejarte regodear te inserta en una demostración de control, aderezado por unas cuerdas clásicas para volver a unas guitarras directas en incesantes así como a mitad del tema bajan un poco el pistón para que ya hasta el final del corte te impregne la explosión sonora y un trabajo a las seis cuerdas que nunca dejará de sorprenderme; calma al final de su ejecución para que Cielo Negro te martillee con un ritmo de bajo que cabalgará y ayudará aún más a hacerte más placentero este viaje de seis minutos. En este corte comienza eso sí también el inmenso trabajo que conlleva dirigir a una banda como Toundra desde ese sillón poderoso que son los parches. Su comunión con las guitarras al final de la canción me deja sin palabras. Requiem es decididamente lo que quiero que suene cuando deje este mundo, son sus arreglos perfectos, la magnífica ejecución y esa melancolía lo que me hace pensar que esta banda aún tiene mucho más donde explorar. Fue ya en Pleamar, de su primera entrega donde se demostró que esta banda podía expandir su música a cortes más reposados y de ahí la comunión entre álbumes a la que me refería antes. Por supuesto que Requiem gana en matices con esos arreglos de cuerda. Una canción preciosa. Para marcar la diferencia, es Marte (Mars) el tema más “macarra” en su comienzo, se liberan aún más si se pueden todos los instrumentos pero como buen grupo prog saben dosificar cuando el discurso instrumental lo marca. Esto es lo maravilloso de este estilo, nunca sabes lo que esperar y así lo continúan los madrileños, haciendo demostración de fuerza atronadora hasta su final. Lilim marca el cauce final de un disco con un tono en el que las guitarras se limpian todo lo caído hasta ahora pero para no perder la coherencia, una batería acompasada les marca el camino a volarlo todo nuevamente. Como para dejarnos con ganas de más, Espírita nos asfixia positivamente con un bajo oscuro que nos hace subir y bajar por esa montaña rusa deliciosa que es el universo y las atmósferas de Toundra.
Hacer resumen de un disco tan especial como éste se torna complicado pero si se comprende lo anteriormente expuesto basta decir que es un álbum de tremenda factura que eleva mucho más el sonido y la proyección del grupo y que los arreglos escogidos no hacen sino complementarlo.
Desbordante hasta su máxima expresión, redondo como el mismo disco, brillante, furioso; una obra maestra.

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