viernes, 16 de marzo de 2012

Vetusta Morla at The Coronet Theatre. Yeah.


                                                                                                        Foto: Vetusta Morla


Erase una vez un Dj, un barrilito y un grupo que se salió del tiesto. ¿Os parece un chiste verdad? Pues nada de esto, salvo al comienzo, pues este cuento que me dispongo a relatar es digno de mención y toda alabanza posible.
La narrativa sucede en mi querida, apreciada y siempre bella Londres donde a las 8 de la tarde 2.600 personas estábamos citadas para vivir una experiencia que aún casi una semana después sigue poniéndonos los pelos de punta y da para más de un comentario agraciado y acertado.  El Coronet Theatre tenía el placer de recibir la ilustre visita de uno de los grupos con más progresión a nivel nacional, Vetusta Morla.
Antes de meterme en faena he de poner algunos peros a este relato y el primero es la larga espera que sufrimos antes de ver salir a los de Tres Cantos. El primer personaje de nuestro cuento, el Dj, cuyo apellido es Sergio hizo todo lo que pudo desde las siete y media que abrieron las puertas hasta las más que pasadas diez de la noche, hora en la que decidieron salir a tocar los madrileños. El ambiente era increíble, el teatro estaba a reventar, no cabía ni cristo bendito allí dentro, era algo espectacular. Pues bien, nuestro amigo Sergio se afanaba por darlo todo e intentar animar al público que la verdad estaba más que nada pensando en que querían ver lo que habían venido a ver. Desde las 9 y media pasadas, empezamos a impacientarnos y sonaron ya las primeras quejas para que la banda se presentara de una vez, pero ahí seguía Sergio, aguantando el tirón, y recibiendo las visitas de ciertas personas que le dirían algo como, “tu sigue que aún queda un ratillo”. Profesionalidad sin parangón la de este chaval que con una sonrisa aguantó estoicamente hasta que le dijeron que su tiempo había acabado.
Pero bueno toda esa espera se olvidó por completo cuando Vetusta salió a escena y nos deleitó con la primera de un set que duró algo más de dos horas, Los Días Raros, que siguió el relato de manera pletórica. Momento mágico que me hizo saltar para aplaudir como un cosaco a su final. Era cierto, estos tíos se salen del tiesto o de la pelleja como decimos por Málaga. Sonoridad perfecta y juego de luces delicioso. De su último trabajo, tocaron todas a excepción de ninguna con un Pucho muy comunicativo con la sala. Sus primeras palabras fueron en inglés, pero esto duró poco ya que de todo el público, anglosajones eran pocos, empezó a gritar lo de “Yo soy español, español, español”, para lo que Pucho y los suyos empezaron a sentir que se encontraban en casa arropados por los suyos. Su actitud fue genial mostrando todo su buen hacer sobre el escenario y demostrando por qué son tan grandes y están dónde están.
Cómo no, Copenhague, fue uno de esos momentos a destacar dentro de la actuación, e hizo a los asistentes vibrar. Al Respirar sonó de fabula al formar parte de los bises; sonó aún más emotiva que nunca llegando a nuestros corazones o al menos al mío. Canciones que incluso pensaba que ni aparecerían como Escudo Humano, que fíjate tú si tendrán canciones buenas, es mi favorita me hizo creer que esta banda quedará por muchos años con nosotros y recogiendo muchos más éxitos.
Ayyy se me olvidaba otro de los personajes, barrilito. Es eso más que nada, un barril industrial que se utilizan en las obras para echar agua o cualquier otra cosa, pero que estos chicos utilizan más que acertadamente para hacer percusiones. Pues bien, no sé yo dónde lo pillarían pues aún le quedaba algo de aceite dentro y de tanto golpe dijo aquí estoy yo y empezó a soltar aceite jugando alguna mala pasada.
Volviendo a la actuación Boca en la Tierra, Maldita Dulzura o El Hombre del Saco nos pasaron por encima y nos pegaron un par de buenos guantazos para que nos creyéramos de una vez que estábamos asistiendo a uno de los mejores directos jamás presenciados. Ni el aceite de barrilito les hizo resbalar en la perfecta ejecución del directo ni perder el pie en la sublime actuación que cerraron como no con La Cuadratura del Círculo que nos puso a todos a bailar aún a sabiendas que con ella el cuento se acababa.
 Más de diez minutos de ovación cerrada para despedirlos y desearles todo lo mejor en las próximas estaciones sobre las que seguirán trazando el camino de su mapa.
Como buen cuento, tocaron felices y nosotros comimos McDonald en nuestro viaje de vuelta al hotel en el que nos perdimos en la inmensidad de Londres.
Muchísima suerte aunque como dijo Luismi Palma, ni os hace falta.




1 comentario:

  1. Dónde te dejas la odisea del metro previo?? ;) Me alegro que disfrutarais!! Un besazo!!

    ResponderEliminar