Foto: Vetusta Morla
Erase una
vez un Dj, un barrilito y un grupo que se salió del tiesto. ¿Os parece un
chiste verdad? Pues nada de esto, salvo al comienzo, pues este cuento que me
dispongo a relatar es digno de mención y toda alabanza posible.
La narrativa
sucede en mi querida, apreciada y siempre bella Londres donde a las 8 de la
tarde 2.600 personas estábamos citadas para vivir una experiencia que aún casi
una semana después sigue poniéndonos los pelos de punta y da para más de un
comentario agraciado y acertado. El
Coronet Theatre tenía el placer de recibir la ilustre visita de uno de los
grupos con más progresión a nivel nacional, Vetusta Morla.
Antes de
meterme en faena he de poner algunos peros a este relato y el primero es la
larga espera que sufrimos antes de ver salir a los de Tres Cantos. El primer
personaje de nuestro cuento, el Dj, cuyo apellido es Sergio hizo todo lo que
pudo desde las siete y media que abrieron las puertas hasta las más que pasadas
diez de la noche, hora en la que decidieron salir a tocar los madrileños. El
ambiente era increíble, el teatro estaba a reventar, no cabía ni cristo bendito
allí dentro, era algo espectacular. Pues bien, nuestro amigo Sergio se afanaba
por darlo todo e intentar animar al público que la verdad estaba más que nada
pensando en que querían ver lo que habían venido a ver. Desde las 9 y media
pasadas, empezamos a impacientarnos y sonaron ya las primeras quejas para que
la banda se presentara de una vez, pero ahí seguía Sergio, aguantando el tirón,
y recibiendo las visitas de ciertas personas que le dirían algo como, “tu sigue
que aún queda un ratillo”. Profesionalidad sin parangón la de este chaval que
con una sonrisa aguantó estoicamente hasta que le dijeron que su tiempo había
acabado.
Pero bueno
toda esa espera se olvidó por completo cuando Vetusta salió a escena y nos
deleitó con la primera de un set que duró algo más de dos horas, Los Días Raros, que siguió el relato de
manera pletórica. Momento mágico que me hizo saltar para aplaudir como un
cosaco a su final. Era cierto, estos tíos se salen del tiesto o de la pelleja
como decimos por Málaga. Sonoridad perfecta y juego de luces delicioso. De su
último trabajo, tocaron todas a excepción de ninguna con un Pucho muy
comunicativo con la sala. Sus primeras palabras fueron en inglés, pero esto
duró poco ya que de todo el público, anglosajones eran pocos, empezó a gritar
lo de “Yo soy español, español, español”,
para lo que Pucho y los suyos empezaron a sentir que se encontraban en casa
arropados por los suyos. Su actitud fue genial mostrando todo su buen hacer
sobre el escenario y demostrando por qué son tan grandes y están dónde están.
Cómo no, Copenhague, fue uno de esos momentos a
destacar dentro de la actuación, e hizo a los asistentes vibrar. Al Respirar sonó de fabula al formar
parte de los bises; sonó aún más emotiva que nunca llegando a nuestros
corazones o al menos al mío. Canciones que incluso pensaba que ni aparecerían
como Escudo Humano, que fíjate tú si
tendrán canciones buenas, es mi favorita
me hizo creer que esta banda quedará por muchos años con nosotros y
recogiendo muchos más éxitos.
Ayyy se me
olvidaba otro de los personajes, barrilito. Es eso más que nada, un barril
industrial que se utilizan en las obras para echar agua o cualquier otra cosa,
pero que estos chicos utilizan más que acertadamente para hacer percusiones.
Pues bien, no sé yo dónde lo pillarían pues aún le quedaba algo de aceite
dentro y de tanto golpe dijo aquí estoy yo y empezó a soltar aceite jugando
alguna mala pasada.
Volviendo a
la actuación Boca en la Tierra, Maldita
Dulzura o El Hombre del Saco nos pasaron por encima y nos pegaron un par de
buenos guantazos para que nos creyéramos de una vez que estábamos asistiendo a
uno de los mejores directos jamás presenciados. Ni el aceite de barrilito les
hizo resbalar en la perfecta ejecución del directo ni perder el pie en la
sublime actuación que cerraron como no con La
Cuadratura del Círculo que nos puso a todos a bailar aún a sabiendas que
con ella el cuento se acababa.
Más de diez minutos de ovación cerrada para
despedirlos y desearles todo lo mejor en las próximas estaciones sobre las que
seguirán trazando el camino de su mapa.
Como buen
cuento, tocaron felices y nosotros comimos McDonald en nuestro viaje de vuelta
al hotel en el que nos perdimos en la inmensidad de Londres.
Muchísima
suerte aunque como dijo Luismi Palma, ni os hace falta.
Dónde te dejas la odisea del metro previo?? ;) Me alegro que disfrutarais!! Un besazo!!
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